La traducción de las obras de ficción permite que nuevos lectores puedan disfrutar de historias que, originalmente, estaban pensadas para leerse en otro idioma. Sin embargo, el proceso de adaptar el texto a otro idioma es muy complejo. ¿Cuáles son los retos a superar al traducir obras de ficción?

1. Refranes y expresiones populares

Una trama se contextualiza en un entorno cultural. Se desarrolla en un lugar y en un tiempo concreto. De este modo, los personajes utilizan en sus diálogos expresiones coloquiales que resultan muy familiares para un público específico. ¿Qué ocurre cuando la obra se traduce a otro idioma? Surge el desafío de adaptar los refranes y expresiones coloquiales.

2. Musicalidad de las palabras

La poesía y la prosa poética ponen en valor la belleza de la rima. Del mismo modo, es posible jugar de forma intencional con un sonido. La aliteración, de hecho, es un recurso muy empleado. El traductor no solo está atento a aquello que dice el autor, sino que también tiene en cuenta la forma de exponer las ideas. Por ello, si un fragmento de la obra destaca por su musicalidad, el contenido traducido también refleja esa característica.

3. Traducción de onomatopeyas

Las onomatopeyas recrean un amplio catálogo de sonidos. Y, conviene puntualizar, que también deben traducirse porque no se expresan del mismo modo en todos los idiomas. El trabajo del traductor es el reflejo de la búsqueda de la máxima precisión y la atención al detalle.

4. Ser fiel a la obra original

Un lector que lee una obra traducida, no se adentra directamente en la publicación realizada por el autor de la obra. Sin embargo, cuando la traducción goza de una alta calidad, se entretiene con un relato que es fiel a la composición original. El texto ha sido perfectamente corregido y revisado para pulir cada detalle. La obra del traductor no se centra en la búsqueda de la interpretación literal. No se fija solo en las palabras, sino también en el contexto histórico, cultural y social. Es algo muy similar a lo que ocurre con la mayoría de las traducciones simples.

5. Términos que remiten a objetos inventados

El universo de la ficción se adentra en realidades que son fruto de la creatividad del autor. De este modo, existen palabras para remitir a objetos que, únicamente, existen en el entorno de la trama. Un hecho que añade un mayor nivel de dificultad al proceso de traducción.

6. Nombres propios

Es habitual que una historia presente una gran variedad de datos. Por ejemplo, nombres y apellidos de personas. También, términos relativos a pueblos, ciudades, monumentos, parques y edificios emblemáticos. En la ficción también pueden destacar empresas y proyectos que quedan perfectamente identificados. ¿Cuál es el reto del traductor profesional? Saber cuándo debe traducirse un dato y en qué casos los nombres se mantienen del mismo modo.

7. Profundizar en el trabajo del autor

El traductor tiene en cuenta el contexto de la obra. Y, por ello, es positivo que conozca información sobre el escritor. El autor es quien ha dado vida a un proyecto único e irrepetible. Por ejemplo, el profesional que se encarga de traducir la obra puede investigar el estilo o los temas que trata con más frecuencia. En ocasiones, el autor es un profesional con un extenso currículum literario. Y, en consecuencia, el traductor puede descubrir algunos de los libros escritos previamente por el experto. ¿Pero qué ocurre cuando se trata del primer trabajo de una persona con talento? En ese caso, existen otras fórmulas que pueden propiciar el conocimiento mutuo. Por ejemplo, el mantenimiento de varias conversaciones en torno al proyecto.

El trabajo de traducir obras de ficción es muy importante para ofrecer una experiencia de lectura que sea inolvidable para el lector. De este modo, puede descubrir una obra que es fiel a la original en forma y contenido.

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