Los correctores automáticos funcionan mediante un sistema que realiza la corrección de un texto de manera superficial y automática. Puede parecer una solución fácil y válida, incluso puede sacarnos de algún apuro concreto pero, ¿de verdad es una buena opción? ¿Podemos dejar nuestro texto, nuestra novela o cualquiera de los textos publicitarios de nuestro negocio en manos de un corrector automático? Podemos hacerlo, claro, pero el resultado no tendrá el carácter profesional que todo texto debe tener e incluso puede haber grandes errores que el sistema ha pasado por alto.

En esta publicación analizaremos en qué consisten los correctores automáticos y revisaremos aquellos errores que pueden pasar desapercibidos.

¿Qué inconvenientes tiene el corrector automático?

Seguro que en más de una ocasión has confiado la corrección automática de tu texto a un software de corrección de textos. Y lo cierto es que las aplicaciones de Office, y algunas online, han mejorado mucho en los últimos años a la hora de detectar errores gramaticales, pero sigue sin ser suficiente ni la mejor opción.

El corrector ortográfico automático puede fallar y no marcar en el texto ningún error cuando sí lo hay. Por eso, debemos tener en cuenta que los correctores automáticos ayudan, pero no lo resuelven todo, sobre todo en textos que hemos traducido desde otro idioma. No podemos pensar que lo tenemos todo solucionado con un corrector automático.

Un corrector ortográfico no contextualiza lo que escribes

Un ejemplo de fallo que es posible que ya hayas detectado en alguna ocasión es cuando el corrector considera que una frase es correcta porque todas sus palabras lo son, pero no lo es el significado de la frase. Por ejemplo, un corrector automático detectaría como correcta la frase “Mi CASO está cerca del mar” en lugar de “Mi CASA está cerca del mar”, que sería la frase correcta. Como imaginarás, el sistema entiende que la palabra “caso” es correcta en el idioma español y no la marca como posible error ortográfico.

Tampoco detecta correctamente donde deben ir las comas

Si el texto que quieres corregir trata de literatura, de un documento oficial o de un archivo laboral importante, será esencial que las comillas y las cursivas estén situadas en el lugar correcto. Y, si no lo están, el corrector automático no lo detectará y creerás que no existe ningún error, ya que no conoce cuáles son las recomendaciones de la RAE.

Ni entiende la ambigüedad del lenguaje

Si has utilizado ironía o dobles sentidos, el corrector automático no sabrá detectar si está aplicado de manera correcta. No marcará ningún error si cada una de las palabras existen en el diccionario español (si el texto está en este idioma).

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¿Lo correcto sería contar con un corrector profesional?

Y ¿cómo logramos un resultado óptimo? La respuesta es muy sencilla: con un corrector y traductor profesional de carne y hueso. Un profesional de la corrección de textos. Son personas entrenadas, y con experiencia para encontrar problemas en el texto y resolverlos gracias a sus conocimientos.

Y no importa si se trata de un artículo académico, de un informe empresarial o de una novela. Quienes corrigen están preparados para enfrentarse a cualquier texto y detectar cualquier mínimo problema.

Solo debemos tener en cuenta dos cosas a la hora de contratar a un corrector de textos profesional: que el resultado será excelente y, por otro lado, que su trabajo lleva unos tiempos. Esto quiere decir que no podrá corregir un documento de 300 páginas en el mismo tiempo que lo haría un corrector automático.

Apuesta por el trabajo bien hecho

La mejor recomendación que te podemos hacer para lograr un trabajo excelente es contar con la experiencia de un corrector profesional. El resultado será siempre el óptimo y tu trabajo será un éxito. Y no olvides que los correctores automáticos pueden provocar problemas de coherencia en el texto.

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